“Llevo muchos días de confinamiento en casa. Siento que tengo delante de mí una nueva manera de vivir que no sé cómo vivir. Los primeros días, novedosos, parecían que no me afectaban. Los posteriores me pesaban a medida que pasaban”.Así se expresaba Manolo, después de 15 días encerrado en casa. ¿Qué hacer y cómo hacer en esta diferente manera de afrontar el día a día en nuestro hogar?
- Lo primero, tener una rutina bien definida de las actividades a realizar por las mañana, por las tarde y, muy importante, cámbialas los fines de semana. Entre estas actividades es prioritario dedicar, cuando te levantes, un tiempo al aseo personal y al cambio de ropa con la que has dormido. Después, planifica en tu jornada, 1 hora mínimo de tablas de ejercicios que se adecuen a ti (podrás encontrarlas online), o recorrer el pasillo de tu casa tantas veces como kilómetros quieras. No mates el tiempo: aunque un guiso te lleve dos horas, disfruta haciéndolo. “Matar el tiempo es matar la vida”, pues nada podrá crearte una sensación tan grande de vaciedad y hastío, como pasar el tiempo inútilmente. “Es un enemigo gravísimo que podrá robarte la paz”. Empéñate en que las cosas que hagas, por sencillas que sean, tengan valor y una finalidad. ¡Nada de perder el tiempo sin sentido! Aprovecha para aprender y conocer más. Cuántas veces nos hemos quejado de la falta de tiempo. Es el momento de encontrar cosas que nos lleven al “alma de nuevas luces”. No te conformes con lo que ya conoces y sabes… Ahora que hay oportunidad, ábrete a novedades que te aporten sabiduría y te llenen de alegría. Bailar, pintar, escribir, oír buena música, jugar, coser, reír… no hay nada como reírse para reiniciar nuestro sistema interior.
- No todos dominamos de la misma manera nuestras emociones y habrá alguno de nosotros que le cueste más el confinamiento que a otros. Las emociones no sólo provienen de nuestro interior, sino “también de lo que vemos y escuchamos”, por ello hay que “evitar en la medida de lo posible” conversaciones de tipo pesimistas, discusiones, malas caras, exceso de información, películas de terror, desorden dentro de casa…todo aquello que te quite la paz.
- No estás sólo. Descubrirás que la distancia no es ausencia. El amor y el cariño de tu gente sigue ahí, aunque el contacto físico se haya distanciado. Presta más atención y escucha a los que viven contigo, aprende a mirarlos de manera nueva. Responde a ese e-mail de una vieja amistad, recupera el contacto con familiares y amigos que hace tiempo que no ves.
- Dedica tiempo a tu interioridad. Hemos perdido el contacto con nuestro ser. Mira dentro de ti mismo en silencio y soledad. No necesitas espacios externos. El más amplio espacio para expandirte y ser feliz está en tu corazón. Gracias a él aprenderás a discernir lo que te conviene a ti y a los demás. Obsérvate y domínate, porque si te dejas llevar del miedo, la tristeza o la apatía, difícilmente cortarás el hilo, ya que no hay muchas “evasiones”. Cuando un pensamiento no te “haga bien”, deséchalo. Procura inclinarte hacia todo lo que te de “paz y alegría”. “La armonía hay que currársela”.
- Somos seres transcendentes. Si te dejaste la relación con Dios en el trajecito de marinero de tu primera comunión, vuelve a intentarlo. Tienes tiempo y serenidad para conversar con Él y si no crees tal vez es porque no lo has probado. Háblale y cuéntale todo lo que te ocurre. Seguro que te sorprende con sus respuestas. La oración puede sustentar tu vida en todas las situaciones.
- El tema de fuego para estos días será la convivencia. Ante la crisis por la pandemia estamos más susceptibles e incluso irritables. Somos diversos. Acepta y respeta las opiniones y sentimientos de los demás. Es muy normal, cuando estamos en nuestra casa, la tendencia a querer controlar todo… Procura no hacerlo, sería causa de muchos “enfrentamientos y frustraciones”. Es importante “quitarle importancia a las diferencias” y “potenciar las cosas que unifican”, pues el único terreno que realmente nos pertenece somos nosotros mismos: “tus pensamientos, palabras y emociones; no controles, contrólate” y “respeta, acoge la fragilidad, desdramatiza, vive y deja vivir”.
Begoña Requena
Psicóloga en Masvitae
Psicóloga en Masvitae